viernes, 29 de junio de 2007

Ya no estas allí

Estaba sentado en el comedor.¿Mis amigos? No sé dónde estaban. Engullí, crují y mastiqué. Mis ojos, clavados en un punto fijo; mi mente, no lo sé. Seguía divagando, no tenía nada en qué pensar, sólo yo y la necesidad de alimentarme. Volví en mí cuando mecieron la mesa. Regresé del limbo mental en el que me encontraba. Miré el reloj y el tiempo era corto, tenía que ir a clases. Avisté en toda dirección para serciorarme cuantas personas quedaban aun en el comedor. A un extremo, un grupo de chicas hablando seguramente de vanidades; al otro, unos tipos jugando con la comida y, un poco más cerca, una chica sola. Entonecs seguí comiendo, pero volví a levantar la cabeza. La chica estaba sola, comía, tenía el cabello tapándole el rostro, usaba lentes, y al parecer, se sentía triste.
Cogí mi bandeja y me acerqué a ella.

-¿Puedo sentarme?-pregunté. Alzó la mirada, se arregló los cabellos que tapaban su rostro y noté lo hermosa que se veía.
-Si tú quieres-respondió.
-¿Te sientes bien? Te noto un poco triste-dije.
-Estoy renegando y no molestes más-contestó, con un tono de voz más elevado.

Sabía en ese momento que mis preguntas no tendrían lugar en ese momento. Cogí la jarra que estaba en medio de la mesa y mientras la levantaba se resbaló de mi mano, callendo sobre la mesa.
Salpiqué mi casaca, me levanté y me fijé en ella, tenía el guardapolvo -el que toda chica llevaba en el colegio-empapado y manchado. En ese instante pensé que me gritaría y me mandaría al carajo. Grande fue mi sorpresa al verla sonreir y,mientras se limpiaba con la servilleta, empezó a reir; luego a carcajear, instintivamente también lo hice sin saber por qué.

-Eres un tonto-dijo, nientras reía.
-Sí, ya lo sé, pero voy mejorando-dije.
-Jajaja...¿Cómo te llamas?-preguntó.
-Rodrigo, ¿y..tú?-repliqué.
-Ely-contestó.

Empezamos a conversar, a reír y a jugar como dos niños. El timbre del llamado a clases había sonado; y nosotros, seguimos conversando. Ya se había hecho tarde y la acompañé a su casa. (...) llegamos a su portico y nos besmos.
-¿Quieres ser mi enamorada?-pregunté.
-Sí-dijo, mientras sus ojos brillabanm mientras me regalaba una sonrisa y mientras me demostraba ser lo contrario a esa chica sola y con el cabello sobre el rostro.
(...)Ese día, y ahora recuerdo, la pasé bien. Considero que ese día recibí el regalo divino en mis manos, pero heché a un costado.¿Qué pasó luego? No volví a encontrarme con ella, ella me buscó y yo,idiota, jamás estuve allí. Preguntó por mí -eso dijeron personas cercanas a ella-, me buscó y yo, idiota, no estuve allí. Hace unos meses y después de dos años la volví a ver, y cuando yo quise amarla, ella, no estuvo allí.