jueves, 28 de junio de 2007

El lunar de mi corazón

Era una noche más en Buenos Aires, el frío de invierno calaban mis huesos, la bufanda dejaba pasar el váho de mi boca y se perdía con el viento helado; las calles estaban congestionadas, la lluvia se acercaba y la gente andaba con premura para poder resguardarse del aniego. Salí a la avenida Santa Fé, me paré a un lado de la acera y llamé un taxi. Todos los taxis pasaban llenos, y es que, la gente estaba con prisa de llegar a casa antes de la lluvia- aparte por supuesto de que era hora punta- y todos salían de trabajar.Caminé un poco más y conseguí que se aproximara uno, procedí a correr para alcanzarlo y al llegar me topé con ella. Llevaba el cabello hasta los hombros, tenía la piel tan blanca que resaltaban sobre el sacón negro, unos labios rojos -que por cierto no llevaban maquillaje-, y al lado de esos labios lo que más logró llamar mi atención: un. lunar. Tenía la boca abierta de la impresión y resolví en cederle el taxi. Ella me miró, sus ojos decían: "Hola, pero me tengo que ir". Gracias-dijo. y subió al taxi, me quedé parado viéndola partir, ella volteó y miraba por la ventana trasera y la lluvia empezaba a caer. Corrí hasta la cornisa más cercana y me resguardé.(..)Abrí la puerta y entré; rápidamente me cambié, preparé un café y empecé a pensar en ella. Había logrado trasladarme de los quehaceres del trabajo a pensar en la sombra oscura que había dejado ella y su lunar. Al dia siguiente decidí encontrarme con ella con premeditación, fui al paradero y a la hora exacta que topé con ella. Esperé parado y seguí esperando y seguí. No apareció. Con las emociones deshechas caminé hacia mi departamento, esquivaba calles, autos, personas y mi mente esquivaba todo sólo por tenerla a ella llenar mis pensamientos. (...)caminaba por la avenida Marcelo T Alvear, la noche se hacía fría, la niebla cubría completamente el parque. Empecé a cruzar el parque como si fuera una espada que cortaba el manto de neblina en ella, apenas podía ver más allá de mi nariz y alguien lloraba. ¿Alguien lloraba? me acerqué guiado por el sonido del llanto -aunque ahora pienso que fui guiado por el olor a belleza-, estaba ella, la misma mujer de aquella noche, la misma del taxi, la misma piel blanca, la misma del lunar cautivante.
-¿Por qué lloras?-dije.
-Vete no te interesa-contestó.
-Tal vez puedo ayudarte en algo-insistí.
-No puedes y déjame en paz-respondió furiosamente.
Sabía que si seguía preguntando se pondría peor y atiné a abrazarla con tanta que fuerza que a un inicio se resistió, pero luego fue quedandose tan tranquila como una niña en el regazo de su madre. Se calmó en mis brazos, se durmió en ellos y yo junto a ella el la banqueta de aquél parque. Ese día y hasta ahora puedo asegurar que ese día no solo fue el lunar que me cautivó sino que ella misma seconvitió en un lunar dentro de mi corazón.

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